Un
diamante es para siempre. Alguna vez seguro que habremos oído esta frase. Sin
embargo, resulta completamente errónea desde un punto de vista científico. Nos
puede sorprender, pero los diamantes, en su composición, son exactamente idénticos que una barra de grafito de las que encontramos en la mina de un lápiz.
Tanto el diamante como la mina de grafito son carbono puro. Si tuviésemos un microscopio
capaz de ver los átomos del diamante o del grafito encontraríamos que en ambos
casos solamente hay átomos de carbono. Resulta por lo tanto sorprendente que
dos materiales a los que asignamos un valor tan diferente, sin embargo, estén
formado por el mismo elemento químico. Pero volviendo a nuestro microscopio
capaz de ver los átomos, alguien observador comprobaría que estos átomos no se
disponen de la misma forma.
En
el caso del diamante, cada átomo de carbono se rodea de otros cuatro,
formando una figura geométrica llamada tetraedro, un ordenamiento que se repite
en todas las direcciones del espacio.
Átomo de carbono central rodeado de otros cuatro dando lugar a la formación del tetraedro. |
Por
su parte, en el grafito, cada átomo de carbono se rodea solamente de otros tres
átomos en un mismo plano. Esta es una distribución que recuerda a la de un
panal de abejas. El grafito está formado por un gran número de estas láminas,
que están unidas entre sí por medio de fuerzas intermoleculares de Van der
Waals, que son bastante débiles.
Representación superior de una lámina de grafito (Observar que cada átomo de carbono se rodea en el plano de otros tres). |
La
distinta disposición espacial de los átomos de carbono tiene consecuencias muy
importantes en las propiedades de cada uno de los materiales. Mientras que el
diamante es el mineral más duro (número más elevado en la escala de Mohs), es
transparente y es un aislante eléctrico. Por el contrario, el grafito es un
material relativamente blando, opaco, de color negro y conductor eléctrico
en cada una de las bandas de átomos de carbono. Una propiedad muy importante que
presenta el grafito como consecuencia de su estructura es que las láminas de
átomos de carbono se pueden exfoliar, es decir, deslizar una encima de la otra,
ya que las fuerzas que las mantienen unidas no son muy fuertes. Precisamente ésta es la propiedad que se aprovecha en un lápiz. Cuando escribimos, la
rugosidad del papel y la presión ejercida es suficiente como para que finas
capas de la punta de la mina de grafito se depositen sobre el papel.
La
siguiente pregunta que nos podemos realizar es si tanto el grafito como el
diamante son igual de estables termodinámicamente. La respuesta es que no y
podemos sorprendernos, porque en condiciones de presión y temperatura normales
la forma más estable es el grafito. El diamante sólo se forma en condiciones de
altas presiones y temperaturas. Por ello, podemos decir que un diamante no es
para siempre. Termodinámicamente, la transformación de los diamantes en grafito
es un proceso favorecido. Sin embargo, éste es un proceso que transcurre muy
lentamente al requerirse un cambio estructural muy acusado como se puede ver en el siguiente vídeo (pasar de la
estructura plana del grafito a otra tridimensional en el diamante).
Por
ello se dice que el grafito y el diamante son dos formas polimórficas del
carbono, es decir, formas en las que se puede presentar un elemento o compuesto
que tienen la misma composición química pero distinta estructura.
De
este modo hemos podido introducirnos en uno de los puntos más importantes que
la cristalografía permite estudiar: justificar que los materiales tienen
diferentes propiedades como consecuencia de su diferente estructura.
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